sábado, 24 de septiembre de 2011

El Otoño Inunda los Potes Asturianos

El veranillo de San Martín, hacia el 11 de noviembre, coincide con el "vientu les castañes". Hay que ir a la gueta, verales, pañales, apilales en corrinos de piedra para que salgan del punzante oriciu, pelales y mayucales al calor del llar; que sequen y nos engorden potes, leche y fariñes, o elaboremos purés,cremas, mermeladas, dulces y el regio marrón glacé. Eso sí, recién recogidas y asadas convocan magüestos festivos con sidra del duernu, gaiteros y mucha folixa.






























LAS MANZANAS


No sólo sidreras, también de mesa. " Cenar una manzana con monda da sueños agradables y cura el histerismo", decía el sabio Padre Feijoo. ¡Que la carapanón, la tartalla, la reineta, la mingán, la garciasol, la chata, la pumarón, la esperiega, la florina o la rosalisa, entre otras que aruman, colorean y doblan nuestras pomaradas, retornen al frutero, al horno, al dulce y a la tarta. Por una de ellas perdimos el Paraíso, pero por todas ellas vivimos en el Paraíso.


LOS PIESCOS.


Melocotones pequeños, feos, manchados, irregulares y deliciosos que nos llegaron del Oriente en tiempos remotos: dícese que deben su nombre a Perseo de Macedonia, rey que mandó plantarlos por todo el Mediterráneo. Los que del Levante hispano saltaron a los valles de los astures terminaron creando una variedad propia y única que en boca o aplicación dulcera literalmente embelesa.




HIGOS MIGUELINOS.


Los trae San Miguel Arcángel. Atentos a su breve plenitud. Si se cogen inmaduros, así quedan, mientras que pasados pudren de inmediato. Tres detalles delatan la sazón: cuello de ahorcado, ropa de pobre y ojo de viuda, lo que significa un rabo seco, una piel arrugada o rasgada (aquí el defecto es una virtud) y una gota de látex quita verrugas rezumando en la base. Grandes, carnosos y melosos, ganan en popularidad a los sanxuaninos, de menor tamaño y dulzor.


LAS SETAS.


Los asturianos, desde hace dos o tres décadas, tenemos superado en negro capítulo de nuestra tradicional micofobia.
¡Neñu, non toques eso que ye cagayón de diañu!-nos gritaban cuando veíamos boletus edulis. Ahora, sean níscalos, trompeta de los muertos, senderuelas, pleurotus ostriformes, rebozuelos y el resto de suculencias nacidas al calor del sotobosque y las hojas muertas, seducen a la plancha, la sartén, la cazuela, el revuelto y la guarnición. O en fabada.



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